EL MOMENTO DE LAS RENOVABLES

  • 24 de julio de 2018

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Columna de Opinión.
Fuente: Energía Estratégica

Los Mercados Eléctricos Latinoamericanos tienen poco más de 100 años de existencia. Tan solo 10 años atrás esta región se alimentaba casi exclusivamente, y como había ocurrido desde su origen, con centrales hidroeléctricas de gran porte y centrales térmicas alimentadas por combustibles fósiles.

Impulsada por una toma de conciencia ambiental frente a la evidencia de los efectos del cambio climático y también por  las incertidumbres sobre  los costos de los combustibles fósiles siempre asociados a cuestiones geopolíticas, comenzaron  a surgir, al principio muy  tímidamente, las llamadas Energías Renovables No Convencionales (ERNC).

Este término ERNC incluye a la energía eólica, a la solar (tanto fotovoltaica como térmica) a la biomasa, a la geotérmica y a la mini hidráulica.

Por sus características intrínsecas de ser autodespachable o autogestionable, debido a depender de un recurso natural no almacenable, se las vio desde un principio con capacidad solamente marginal para contribuir a la solución de los problemas energéticos. Incluso autoridades que  las impulsaban decían frases como “no pretendemos que sea la solución definitiva, pero sí que hagan su contribución al desarrollo energético”.

El advenimiento de las ERNC vino de la mano de algunos mitos que actuaron como barreras para su desarrollo, entre ellos se pueden mencionar:

  • Que la energía producida es de mala calidad y solo puede introducirse en forma parcial o marginal.
  • Que se trata de una forma de generación muy costosa.
  • Que las variaciones de potencia horaria son muy bruscas y la hacen ingobernable.
  • Que las ERNC “consumen” mucha red de transmisión
  • Que siempre precisan gran cantidad de respaldo firme. Por cada       MW eólico que se instale es necesario instalar  un MW térmico y  de funcionamiento muy flexible (turbinas de gas  y motores).

Sin embargo, poco a poco las ERNC, asociadas a un gran avance tecnológico, fueron derribando esas barreras o mitos.

Hoy nadie duda de la calidad de energía que producen las ERNC. De hecho, han vuelto obsoletas normas creadas para controlar los perjuicios que ellas traían a los sistemas eléctricos.

Las subastas realizadas en los países de la región han demostrado que son muy competitivas desde el punto de vista económico.

Su asociación en la operación conjunta con centrales hidroeléctricas y su dispersión geográfica han eliminado el problema de las variaciones de potencia, demostrando que las hidroeléctricas convencionales y las ERNC forman un “matrimonio ideal”.

Los factores de capacidad alcanzados por las ERNC son similares a los de las hidroeléctricas (razón de ser de los sistemas de transmisión) por lo que son perfectamente compatibles con los sistemas de transmisión existentes y además, debido a que generalmente se trata de generación distribuida, contribuyen a aliviar la congestión en el transporte.

En algunos países los reglamentos que regulan los mercados eléctricos no reconocen potencia firme de las ERNC, porque consideran que no la tienen en el sentido convencional. Lo cierto es que colaboran en forma sustancial en disminuir las necesidades de potencia firme de los sistemas que integran, aumentando la confiabilidad de los mismos, razón de ser de la definición y exigencia de potencia firme. Más allá de esto, existen otros países que sí tienen reglamentos que asignan potencia firme a las renovables, en algunos casos equivalente a su factor de capacidad.

Por otro lado, la dispersión geográfica de las ERNC disminuye las variaciones de su producción, aumentando su “firmeza” y haciendo necesario la existencia de interconexiones internacionales.

Basado en mi experiencia personal de casi 40 años lidiando con la operación de centrales de generación de tipo muy variado, estoy convencido que el futuro de América Latina puede ser 100 % renovable, y que el puente para llegar a esta situación es el gas natural. Argentina posee en abundancia estos dos recursos, por lo que esta transición está asegurada y confío que va a ser más corto de lo que se cree.

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Opinion Column
Source: Energía Estratégica

The Latin American Electric Markets are just over 100 years old. Only 10 years ago this region was fed almost exclusively with large hydroelectric plants and thermal power plants powered by fossil fuels.

Driven by an awareness of the environment, due to the effects of climate change and also by uncertainties about the costs of fossil fuels always associated with geopolitical issues, Non-Conventional Renewable Energies began to emerge at first very slowly. (NCRE).

NCRE include wind energy, solar energy (both photovoltaic and thermal), biomass, geothermal and mini-hydro.

Due to their particular characteristics of being self-disposable or self-managed, due to their dependence on a non-storable natural resource, they were percived from the outset with only marginal capacity to contribute to the solution of energy problems. Even authorities that drove them said phrases like «we do not intend renewable energies to be the definitive solution, but they do make their contribution to energy development».

At first, there were some myths that acted as barriers to the development of NCRE. Among them we can mention:

  • The energy produced is of poor quality and can only be introduced partially or marginally.
  • It is a very expensive generation form.
  • The variations in hourly power are very abrupt and make it ungovernable.
  • NCRE «consume» a lot of transmission network
  • They require a large amount of firm support. For each MW installed it is necessary to install a thermal MW and very flexible operation (gas turbines and motors).

However, little by little the NCREs, associated with a great technological advance, those barriers or myths were demolished.

Today nobody doubts the quality of energy produced by the NCRE. In fact, standards created to control the damages that they brought to the electrical systems have become obsolete.

The auctions held in the countries of the region have shown that they are very competitive, including from the economic point of view.

Their association in the joint operation with hydroelectric power plants and their geographical dispersion have eliminated the problem of power variations, demonstrating that conventional hydroelectric power plants and NCREs form an «ideal marriage».

The capacity factors reached by the NCRE are similar to those of the hydroelectric plants, so they are perfectly compatible with the existing transmission systems and also, since it is generally distributed generation, they help decrease congestion in transportation.

In some countries, regulations in electricity markets do not recognize firm power of NCREs, because they consider that they do not provide it in a conventional sense. The certain thing is that they collaborate in a substantial way in diminishing the needs of firm power of the systems that integrate. Beyond this, there are other countries that do have regulations that assign firm power to renewable energies, in some cases equivalent to their capacity factor.

On the other hand, the geographic dispersion of the NCRE reduces the variations in their production, increasing their «firmness» and making necessary the existence of international interconnections.

Based on my personal experience of almost 40 years dealing with the operation of generation plants of very varied type, I am convinced that the future of Latin America can be 100% renewable, and that the bridge to reach this situation is natural gas. Argentina has these two resources in abundance, so this transition is assured and I trust that it will be shorter than expected.

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